“La brisa de la pintura es la acuarela”
Fluidez, transparencia, espontaneidad y frescura
La acuarela, en principio, ofrece una engañosa facilidad. Es una técnica seductora que utiliza sus múltiples atractivos para subyugar a muchos y la mayoría de las veces, de todos aquellos que alegremente han empezado sin conocer la técnica, terminan desalentándose y dejando los pinceles en un rincón olvidados.
Las acuarelas no se resuelven por fórmulas ni recetas maestras, mágicas invariables o con unos cuantos «trucos» que hemos aprendido en algún taller o curso, sino que requiere un estudio y constancia rayando en la obstinación con el fin de conocer la técnica, para resolver, con ciertas garantías cualquier obra.
¿Quieres aprender a pintar con acuarelas?, pues sentado delante del ordenador no se aprende a pintar. El saber hacer se conquista haciendo y aprendiendo, sin pecar de impulsos excesivos ni de timideces banales. Si quieres aprender a pintar, ¡pinta!, pero siguiendo un plan y estableciendo un método. Sin correr mucho. Hay que equivocarse y aprender de los errores.
El conocimiento de un arte no transige con una experiencia anárquica y rebelde. La impaciencia y la precipitación engendran cansancio y, normalmente, llevan a la desilusión y al aburrimiento.
Aunque los primeros resultados no sean todo lo bueno que soñaste, no caigas en el desánimo y sigue insistiendo. El gran poeta griego Hesiodo, decía que «si vas almacenando poco a poco y a menudo, pronto tendrás mucho», por lo que si persigues el éxito es indispensable aportar la cualidad a una voluntad. Lo que se aprende de una forma teórica, generalmente, no sirve y se olvida rápidamente. De nada sirve un conocimiento si no se practica, se utiliza, se experimenta.
Por todo lo cual, la única forma que existe para aprender a pintar es pintando.
Me lo contaron y lo olvidé;
lo vi y lo entendí;
lo hice y lo aprendí. Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino
Ricardo Corcuera ACUARELA I/II, tarde